Un intruso en cirugía parte 2

Me acuerdo con exactitud mi primera guardia. Nervioso a más no poder y con muchas ganas de ya irme a casa desde que llegué, 24 horas tenía que pasar hasta que eso suceda. Eran ya las 4 pm y todo normal, sin inconveniente alguno, algunas suturas, algunas limpiezas, pero todo iba según lo planificado por mí.

Hasta que llego aquel señor del cual jamás me olvidaré, Pedro. Un hombre moreno, de más o menos 70 años de edad, acudía a emergencia por tener incontinencia urinaria (no podía orinar), diabético desde hace más de 20 años, con pierna amputada, una mirada triste, y un aura que irradiaba valentía. Lo atendí con gusto, pero sin pensar lo próximo que se venía.

Mientras tratábamos el cuadro por el que vino, me lastimé con la aguja de la jeringuilla con la cual estaba trabajando con él. Comencé a sangra levemente, el doctor encargado me dijo que tenía que ir a infectología para que me revisarán, era parte del protocolo. ¿Por qué infectología? Sabemos que una de las enfermedades de moda, es el Sida, por ende, cada vez que te “pinchas” con la aguja de un paciente, es obligación ir a hacerte las pruebas respectivas para ver si debes o no recibir tratamiento.

Estuve toda mi guardia yendo con Pedro al laboratorio para que se haga un examen de sangre, luego fui yo sólo, luego tuve que ir al departamento de infectología, donde conocí a un gran amigo del internado  (Carlos), que también le había ocurrido lo mismo. Un ir y venir constante. Deambular con cara de preocupados por todo el hospital, no era como esperaba que iba a ser mi primera guardia. Por fin, el resultado dos horas después de Pedro, fue negativo, no tenía VIH Sida.

Sin embargo tenía que seguir el protocolo. Tomar una pequeña pastilla para evitar cualquier cosa (medicina preventiva). Nunca he usado ninguna clase de droga ilegal, y jamás he sabido que significa el estar mareado, o ver todo doble, pero aquel antiretroviral, es algo que a ninguno le sugiero. Ver doble, que las paredes se agranden, que no puedas pisar bien, es poco realmente.


10 am, aún seguía en el hospital (ya había pasado más de 24 horas). Teníamos que reunirnos con el director de infectología,  el cual nos pidió que teníamos que seguir tomando aquellas pastillas por un mes, solo para prevenir, a lo cual hice caso omiso. Aquel personaje de mirada triste, pero valiente, me tocó verlo muchas veces más, un gran mensaje quería enviarme…  

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