Sólo el dolor espiritual es evitable, el dolor físico no lo es

Mientras caminaba estando parado sin moverme, vi dos grandes panoramas. El primero era de una joven pareja que se besaban, luego de varios segundos, la chica comenzó a golpear al chico, el cual se quejaba por el golpe dado, sin duda le causó dolor. El Segundo, era el de un anciano que era recriminado muy fuertemente por aquella anciana que parecía su mujer, pero este no se quejaba. Entendí algo, “Sólo el dolor espiritual es inevitable, el dolor físico no lo es”.

Dentro de lo que conocemos como cuerpo, existen raíces nerviosas que permiten que podamos sentir cualquier tipo de roce que lleguemos a tener.               La única forma para ir disminuyendo esa sensibilidad son de dos formas: Que tengamos alguna enfermedad que destruya esas células de sensibilidad (tipo diabetes), o que estemos muertos. Cómo cuerpo, no podemos crear una protección que evite dicha sensibilidad.

Dentro de los parámetros que conocemos como espíritu, sabemos que esta si puede ser custodiada mediante entrenamiento. Aquel joven que era golpeado con “cariño” por su novia, tenía dolor físico, mientras que aquel viejo, que era aquel joven, pero ya anciano, no tenía dolor por las palabras emitidas por su esposa ¿Por qué? Por todo el entrenamiento dado por su esposa. La esposa lo entreno durante años para fortalecer aquel espíritu. Si aquella esposa en lugar de agredirlo verbalmente, lo agredía físicamente, quizás habríamos escuchado alguna queja.



Somos espíritu dentro de un cuerpo físico. El cuerpo protege al espíritu, mientras el cuerpo se deje entrenar para protegerlo. Si maltrato al cuerpo, el espíritu será maltratado, y su enseñanza será equivocada. Si el cuerpo es amaestrado correctamente, el espíritu servirá, tendrá desapego frente a cualquier situación fuerte o dolorosa, pero siempre estará dispuesto a ayudar. Ahora te pregunto ¿Qué esperas para enseñar al espíritu?

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