Cuando el tiempo pasa mientras duermes
6 am, el despertador va sonando
desde las 5 30 am, cada 10 minutos suena. 5 30, 5 40, 5 50, 6 am finalmente. Me
despierto asustado, pues recuerdo aquellas épocas del colegio, del bus que te
dejaba botado, luego de la universidad y del profesor que no te dejaba entrar,
y rematando como olvidar el trabajo, donde tu jefe, cuando llegabas 10 minutos
tarde, te llamaba la atención frente a
todos.
Sin embargo, me acuerdo que ahora
yo soy el jefe, y que no soy como el bus que te deja botado, ni tampoco como el
profesor que no te deja entrar, peor aún como el jefe que te llama la atención
frente a todos. ¿Por qué hacer lo que no me gustaría que me hagan? Mientras
pienso todo esto, ya son las 6 10 am, tengo que llegar a las 7 30 am a “mi oficina”,
decido dormir un rato más.
6 40 am ¡¿Cómo?! Ni bien cerré
los ojos y ya pasaron 30 minutos, no sé si a veces el tiempo confabula contra
mí… Asustado me levanto, pensando que voy a llegar tarde, sin embargo me
acuerdo que soy el jefe y puedo llamar a decir que me esperen que llegaré
tarde, igual nunca haré lo que hizo el bus, peor el profesor y Dios me salve
que sea como mi jefe.
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